Terrores nocturnos

sábado, 14 de mayo de 2011

Erzsébet Báthory . La condesa sanguinaria

 
Hay muy pocos asesinos en la historia que fueran tan crueles y sádicos como la condesa Erzsébet Báthory Nadasdy. Según la historia negra, asesinó y torturó cerca de 650 jóvenes, incluidas niñas de aproximadamente 9 años.

Nació en el seno de una de las familias más antiguas y adineradas de Transilvania. Su madre Anna Báthory se casó en terceras nupcias con su primo Jorge Báthory. Uno de sus primos era Segismundo el gran príncipe de Transilvania y rey de Polonia. Otro de sus familiares importantes era su primo el Primer Ministro de Hungría y su tío el rey de Polonia. Emparentada con casi toda la realeza era muy poderosa. Hablaba perfectamente el Húngaro, el Latín y el Alemán; muchos de los nobles de la época ni siquiera sabían escribir.
Desde su infancia fue influenciada por su Nodriza que se dedicaba a la brujería. Sufría terribles ataques que menguaron con la edad. Hoy en día se creé que podría haber sufrido esquizofrenia o alguna enfermedad sanguínea, ya que en la época el linaje de sangre no salía de la propia familia creando terribles enfermedades, muchas, mentales.
Con sólo once años de edad la prometieron con el conde Ferenz Nadasby. La enviaron a vivir con su futura suegra, Ursula. La matriarca y ella tuvieron una turbia relación, ya que Erzsébet quería ejercer su autoridad como la joven poderosa e inteligente que era.
A los trece años se quedó embarazada de un sirviente de la familia Nadasby. Se intentó ocultar el hecho castrando al sirviente y tirándolo a los perros. La joven Erzsébet fue enviada a un castillo donde tuvo su vástago del cual no se volvió a saber nada de él.
En 1575 con quince años de edad se desposo con el conde Nadasby que tenía once años más que ella y era conocido como “El caballero negro de Hungria”, pues era un fiero guerrero que no se perdía una batalla. La ceremonia tuvo lugar en el castillo de Varannó. Se fueron a vivir juntos al castillo de Csejthe situado en los Cárpatos, con su suegra Ursula.
La joven esposa pronto encontró en su marido una gran fuente de información sobre formas de castigar a sus sirvientes. El caballero Negro de Hungría le comentaba los horrores de la batalla, la crueldad y las torturas a las que sometían a sus enemigos. Erzsébet aprendió con rapidez el arte de la tortura, arte que con el tiempo pondría en práctica.
Con el tiempo Erzsébet dio a luz a tres hijas y un hijo, Ana, Usrula, Katherina y a su hijo Pál. En cuanto crecieron los mandó a estudiar fuera con un tutor. Sobre todo a Pál que sería el heredero. Sin embargo es bien conocido que el tutor y la condesa no se llevaban bien.
Un día, su esposo llegó gravemente enfermo de una batalla. Falleció el 4 de enero de 1604. La condesa aprovecho para poder deshacerse de su suegra y enviarla, junto con los familiares de su marido, lo más lejos que pudo.
Sin nadie que la molestara ni le pusiera trabas a sus caprichos, la condesa comenzó a rodearse de supuestas brujas. Su nueva batalla era contra el tiempo, el cual empezaba hacer mella en su piel. Potingues, cremas y bebedizos extraños influían en su piel y en su conducta, sin embargo por mucho que lo intentaba no conseguía parar a la madre naturaleza.
Cuentan que una joven sirvienta le tiro del cabello mientras la peinaba, la condesa se molesto tanto que la golpeo hasta herirla.  La sangre salpicó la mano de la condesa y antes sus ojos vió como su piel rejuvenecía.
Este fue el comienzo de la leyenda negra de la condesa y de su carruaje negro. Recorría los pueblos en busca de jóvenes sirvientas para el castillo que nunca regresaban a casa. Niñas y mujeres de entre 9 y 26 años eran esclavizadas, torturadas y desangradas hasta la muerte. Las más afortunadas, aquellas que eran hermosas y sanas podían subsistir durante años, ya que las usaban como fuentes de sangre para la condesa.
La desaparición de tantas jóvenes empezó a extenderse por los pueblos, obligando a la condesa a tenerse que alejarse cada vez más para poder reclutar a nuevas doncellas.
Se le sumó una segunda preocupación. Su posición estaba en peligro a causa de su hermano Gabor que se convirtió en el Príncipe de Transilvania gracias a su ayuda; sin embargo este enseguida entró en batalla contra los alemanes. Esto la ponía en peligro, ya que podía ser condenada por traicionar al Rey Mathías II de Hungría.
El tiempo pasaba y su rostro seguía envejeciendo. Loca de ira llamó a sus ayudantes Thorko y Dorottya en busca de una solución.
Guiada por estos, la condesa buscó  jóvenes de mayor posición. Creía que su sangre sería más pura que la de las campesinas. Con promesas de hacerlas sus doncellas y educarlas para ser damas, los padres entregaban a sus hijas con gratitud. Cuando el tiempo pasaba y los familiares se inquietaban, la condesa mandaba una carta a los preocupados padres informándoles que sus hijas están en algún castillo lejano o que  se había desposado con un joven adinerado.
Esta contestación no fue suficiente para los padres, que solicitaron ver a sus hijas, sin saber los sufrimientos y horrores que habían pasado a manos de la condesa. Las quejas llegaron hasta los oídos de Rey Mathias II, pero este no les prestó atención.
La condesa insatisfecha por los progresos empezó a buscar jóvenes más influyentes, aristócratas y de buenas familias. El rey Mathias ya no pudo hacer oídos sordos a las múltiples quejas. Envió a Gyorgy Thuruso, primo de la condesa, con una tropa de soldados al castillo.
Cuando llegaron no tuvieron el recibimiento que esperaban. El castillo estaba prácticamente desierto. Empezaron a buscar a través de las habitaciones y un olor nauseabundo les revolvía el estómago. Encontraron una joven suspendida en el interior de una jaula desnutrida y moribunda; al principio no les llamó la atención ya que era costumbre que los criados fueran castigados severamente. Según entraban en distintas estancias fueron encontrándose cadáveres de doncellas en los rincones más remotos, todos desangrados y con claras señales de haber sido torturadas, algunas estaban desfiguradas, quemadas o incluso mordidas.
Cuanto más se adentraban al sótano del castillo, el olor y las doncellas muertas aumentaban. Se encontraron con varios utensilios de tortura rediseñados para poder sonsacar toda la sangre de las jóvenes. En el sótano se encontraron con jóvenes doncellas encerradas, desnutridas, torturadas hasta casi desfallecer. Con graves heridas por donde las habían desangrado varias veces.
En una estancia los soldados se encontraron a la condesa en pleno baño de sangre. Sobre ella había una jaula llena de pinchos donde una joven estaba irreconocible, su sangre había servido para llenar la bañera de la condesa. Sus secuaces estaban con ella.
Se encontraron cerca de 650 cadáveres tanto dentro del castillo, como en los terrenos cercanos. Las primeras doncellas las habían dado sepultura hasta que llegaron a ser tantas que empezaron a ser descuidados; arrojaron los cadáveres por las tierras y los ríos. Los campesinos del pueblo no se acercaban al castillo a causa de su olor a muerte y podredumbre.
En 1612 se inicio el juicio de Bitcse contra la condesa. Como prueba tenían un diario escrito por ella donde describía como había torturado a cada una de las doncellas. También contaban con el testimonio del mayordomo Juan Ujváry que fue testigo de como la condesa y sus secuaces asesinaban a mujeres y a niñas.
La condesa se negó a testificar. Su seguidor y las brujas,  fueron torturados previamente y luego condenados. Fickó, su seguidor, fue decapitado y su cadáver quemado. A sus seguidoras: Piroska, Helena y Dorottya; les arrancaron los dedos con unas tenazas por haberlos manchado en sangre inocente, luego las quemaron.
El gran problema fue el castigo que debía infringírsele a la condesa, emparentada con grandes reyes podría causar un gran revuelo en la aristocracia de la época e incluso luchas internas. El Rey Mathias II quería su muerte y sus tierras, las que ya ambicionaba desde hacia tiempo, pero el Gran Príncipe de Transilvania pudo convencerle de un castigo más adecuado.
Fue emparedada en una de las torres de su castillo, sólo disponía de un pequeño hueco por donde le entregaban alimento y agua. Durante cuatro largos años, la condesa no intento comunicarse con nadie. Vivía en la inmundicia, con el aire viciado y contaminado por sus propios excrementos.
El 21 de agosto de 1614, uno de sus carceleros se dio cuenta de que la bandeja de comida estaba intacta, se esforzó en ver el interior de la habitación a través del minúsculo agujero; el cuerpo de la condesa estaba muerto tirado sobre el suelo.

La historia de La Condesa ha sido motivo de mitos y leyendas, ya que se desconoce la historia real. Hay otra versión en la que el rey Mathias II, deseando el poder de la condesa y aprovechando que no tenía manera de defenderse, conspiró para que fuera arrestada; a sus sirvientes los torturaron hasta que confesaron lo que el Rey quería oír.