Terrores nocturnos

viernes, 21 de octubre de 2011

Romasanta, el Hombre Lobo


En 1809 nació Manuel Blanco Romasanta. En un principio los padres le pusieron el nombre de Manuela al creer que era una niña. Se crió en un pequeño pueblo Orensano llamado Regueiro en el municipio de Esgos.

Era un joven inteligente, sabía leer y escribir, algo poco común en gente de la época. Era conocido en el pueblo por su gran corazón y amabilidad; sabía ganarse el cariño de sus vecinos, sobre todo de las mujeres. Su gran habilidad con las manos le proporciono trabajos de buhonero, carpintero, sastre, etc.

A los 21 años contrae matrimonio con Francisca. Tres años más tarde la desgracia cayó sobre él. Su mujer fallecía y no habían tenido ninguna descendencia. El negocio de la sastrería estaba dando muchas perdidas y Romasanta empezó a tener deudas.

Con el tiempo las deudas subían y el alguacil Vicente Fernández tuvo que intervenir. Unos días el alguacil salio de la comisaría rumbo a la sastrería para reclamar 600 reales; esa fue la última vez que se le vio con vida, su cadáver apareció poco después; pero Romasanta ya había desapareció del pueblo. El juzgado puso en orden de busca y captura.

Con un pasaporte falso escapo al país vecino, Portugal. Durante muchos años anduvo por los caminos de Toledo, Portugal y Galicia como vendedor ambulante.

Permanecía escondido en el pueblo de Rebordechao donde sus vecinos lo tenían, al principio por un buen hombre.

Conocedor de los caminos a causa de su trabajo de buhonero, comenzó a realizar un supuesto labor social para sus queridos y confiados vecinos. Guía gratuito para aquellas vecinas que buscaban una vida mejor fuera del pueblo.

Con promesas de trabajos en las ciudades varias vecinas y sus hijos acompañaron a Romasanta en esos caminos desolados alejados de cualquier vista curiosa. Esas personas desaparecían y solo el bueno de Romasanta traía cartas y mensajes para los familiares, que preocupados esperaban la buena nueva.

En Portugal su fama era diferente, era conocido como “O homem do unto” o el “sacamantecas”. La manteca que vendía era de origen humano, la cual se cotizaba a precio de oro. Poco sabían sus confiados vecinos donde acababan sus familiares. Los rumores sobre Romasanta crecían y este optó por pasar más tiempo en los caminos, sin embargo, al final, siempre volvía al pueblo de Rebordechao a descansar.

Fue en Toledo donde finalmente unos vecinos Gallegos que trabajaban de jornaleros lo reconocieron y fueron a las autoridades para denunciarlo por la muerte del alguacil. Fue detenido y enviado a Galicia.

En prisión confesó la muerte de sus vecinas, engañándolas con falsas promesas. Lo más extraño aún estaba por venir. Según Romasanta estas muertes no fueron intencionadas, sino debido a una terrible maldición que pesa en él desde el año 1839 y lo convierte en un peligroso hombre lobo.

Romasanta empieza a contar una fantástica historia. Su primera transformación es en la montaña de Couso donde se encuentra con dos lobos y los tres corretean por los caminos durante 5 días. Cuando vuelve a su condición humana comprueba que los otros dos lobos, al igual que él sufren la misma maldición. Sin embargo esa no sería la última vez que los tres lobos saldrían a jugar. En varias noches de luna llena, se escondían en los caminos y atacaban a los caminantes. Los desgarraban con sus manos y dientes para luego comérselos.

Se demostraron nueve asesinatos aunque el confesará 12, sin embargo no había pruebas de que lo hubiera realizado él. Se encontraron las pertenencias de los fallecidos que Romasanta había vendido en diferentes lugares y las cartas de los fallecidos que había falsificado.

Varios médicos y psiquiatras lo examinaron detenidamente, dando por verídica su locura. El juicio se hizo largo y extraño ya que Romasanta disponía de un pasaporte especial que le había otorgado la santa sede como lo acreditaba como buen hombre y evitaba cualquier veredicto de culpabilidad. Nada pudo evitar que fuera condenado a muerte en Garrote.

Sin embargo esta historia en lugar de terminar, se complica aún más. La noticia del caso se extendió fuera de España, llegando a los oídos de Mr. Philips un hipnotizador de prestigio que vivía en Argel. Este antes de que la sentencia se cumpliese mandó una carta a la propia Reina Isabel II para que le permitiera hacer una investigación en el caso de Romasanta. En esta carta contaba sus proezas en otros casos, incluyendo las declaraciones de varios testigos.

Se revoca la sentencia el 13 de mayo de 1854, modificando la condena de muerte por garrote a cadena perpetua ingresando en la prisión de Allariz.

Es en este momento de la historia cuando se alimenta la leyenda, pues Romasanta desaparece misteriosamente. No hay ningún documento referente a que se haya trasladado, ni tampoco se hace mención de su muerte, ni hay tumba con su nombre. Su rastro desaparece.

La leyenda cuenta que Romasanta se escapó de la cárcel y que aún hoy en día sigue vigilando los caminos a la espera de algún incauto al que devorar.