Hay muy pocos asesinos en la historia que fueran tan
crueles y sádicos como la condesa Erzsébet Báthory Nadasdy. Según la historia
negra, asesinó y torturó cerca de 650 jóvenes, incluidas niñas de
aproximadamente 9 años.
Nació en el seno de una de las familias más antiguas y
adineradas de Transilvania. Su madre Anna Báthory se casó en terceras nupcias
con su primo Jorge Báthory. Uno de sus primos era Segismundo el gran príncipe
de Transilvania y rey de Polonia. Otro de sus familiares importantes era su
primo el Primer Ministro de Hungría y su tío el rey de Polonia. Emparentada con
casi toda la realeza era muy poderosa. Hablaba perfectamente el Húngaro, el
Latín y el Alemán; muchos de los nobles de la época ni siquiera sabían
escribir.
Desde su infancia fue influenciada por su Nodriza que
se dedicaba a la brujería. Sufría terribles ataques que menguaron con la edad.
Hoy en día se creé que podría haber sufrido esquizofrenia o alguna enfermedad sanguínea,
ya que en la época el linaje de sangre no salía de la propia familia creando
terribles enfermedades, muchas, mentales.
Con sólo once años de edad la prometieron con el conde
Ferenz Nadasby. La enviaron a vivir con su futura suegra, Ursula. La matriarca
y ella tuvieron una turbia relación, ya que Erzsébet quería ejercer su
autoridad como la joven poderosa e inteligente que era.
A los trece años se quedó embarazada de un sirviente de
la familia Nadasby. Se intentó ocultar el hecho castrando al sirviente y tirándolo
a los perros. La joven Erzsébet fue enviada a un castillo donde tuvo su vástago
del cual no se volvió a saber nada de él.
En 1575 con quince años de edad se desposo con el conde
Nadasby que tenía once años más que ella y era conocido como “El caballero
negro de Hungria”, pues era un fiero guerrero que no se perdía una batalla. La
ceremonia tuvo lugar en el castillo de Varannó. Se fueron a vivir juntos al
castillo de Csejthe situado en los Cárpatos, con su suegra Ursula.
La joven esposa pronto encontró en su marido una gran
fuente de información sobre formas de castigar a sus sirvientes. El caballero
Negro de Hungría le comentaba los horrores de la batalla, la crueldad y las
torturas a las que sometían a sus enemigos. Erzsébet aprendió con rapidez el
arte de la tortura, arte que con el tiempo pondría en práctica.
Con el tiempo Erzsébet dio a luz a tres hijas y un
hijo, Ana, Usrula, Katherina y a su hijo Pál. En cuanto crecieron los mandó a
estudiar fuera con un tutor. Sobre todo a Pál que sería el heredero. Sin embargo
es bien conocido que el tutor y la condesa no se llevaban bien.
Un día, su esposo llegó gravemente enfermo de una
batalla. Falleció el 4 de enero de 1604. La condesa aprovecho para poder
deshacerse de su suegra y enviarla, junto con los familiares de su marido, lo
más lejos que pudo.
Sin nadie que la molestara ni le pusiera trabas a sus
caprichos, la condesa comenzó a rodearse de supuestas brujas. Su nueva batalla
era contra el tiempo, el cual empezaba hacer mella en su piel. Potingues,
cremas y bebedizos extraños influían en su piel y en su conducta, sin embargo
por mucho que lo intentaba no conseguía parar a la madre naturaleza.
Cuentan que una joven sirvienta le tiro del cabello
mientras la peinaba, la condesa se molesto tanto que la golpeo hasta herirla. La sangre salpicó la mano de la condesa y
antes sus ojos vió como su piel rejuvenecía.
Este fue el comienzo de la leyenda negra de la condesa
y de su carruaje negro. Recorría los pueblos en busca de jóvenes sirvientas
para el castillo que nunca regresaban a casa. Niñas y mujeres de entre 9 y 26
años eran esclavizadas, torturadas y desangradas hasta la muerte. Las más
afortunadas, aquellas que eran hermosas y sanas podían subsistir durante años,
ya que las usaban como fuentes de sangre para la condesa.
La desaparición de tantas jóvenes empezó a extenderse
por los pueblos, obligando a la condesa a tenerse que alejarse cada vez más
para poder reclutar a nuevas doncellas.
Se le sumó una segunda preocupación. Su posición estaba
en peligro a causa de su hermano Gabor que se convirtió en el Príncipe de
Transilvania gracias a su ayuda; sin embargo este enseguida entró en batalla
contra los alemanes. Esto la ponía en peligro, ya que podía ser condenada por
traicionar al Rey Mathías II de Hungría.
El tiempo pasaba y su rostro seguía envejeciendo. Loca
de ira llamó a sus ayudantes Thorko y Dorottya en busca de una solución.
Guiada por estos, la condesa buscó jóvenes de mayor posición. Creía que su sangre
sería más pura que la de las campesinas. Con promesas de hacerlas sus doncellas
y educarlas para ser damas, los padres entregaban a sus hijas con gratitud.
Cuando el tiempo pasaba y los familiares se inquietaban, la condesa mandaba una
carta a los preocupados padres informándoles que sus hijas están en algún castillo
lejano o que se había desposado con un
joven adinerado.
Esta contestación no fue suficiente para los padres,
que solicitaron ver a sus hijas, sin saber los sufrimientos y horrores que
habían pasado a manos de la condesa. Las quejas llegaron hasta los oídos de Rey
Mathias II, pero este no les prestó atención.
La condesa insatisfecha por los progresos empezó a
buscar jóvenes más influyentes, aristócratas y de buenas familias. El rey
Mathias ya no pudo hacer oídos sordos a las múltiples quejas. Envió a Gyorgy
Thuruso, primo de la condesa, con una tropa de soldados al castillo.
Cuando llegaron no tuvieron el recibimiento que
esperaban. El castillo estaba prácticamente desierto. Empezaron a buscar a
través de las habitaciones y un olor nauseabundo les revolvía el estómago.
Encontraron una joven suspendida en el interior de una jaula desnutrida y
moribunda; al principio no les llamó la atención ya que era costumbre que los
criados fueran castigados severamente. Según entraban en distintas estancias
fueron encontrándose cadáveres de doncellas en los rincones más remotos, todos
desangrados y con claras señales de haber sido torturadas, algunas estaban
desfiguradas, quemadas o incluso mordidas.
Cuanto más se adentraban al sótano del castillo, el
olor y las doncellas muertas aumentaban. Se encontraron con varios utensilios
de tortura rediseñados para poder sonsacar toda la sangre de las jóvenes. En el
sótano se encontraron con jóvenes doncellas encerradas, desnutridas, torturadas
hasta casi desfallecer. Con graves heridas por donde las habían desangrado
varias veces.
En una estancia los soldados se encontraron a la
condesa en pleno baño de sangre. Sobre ella había una jaula llena de pinchos
donde una joven estaba irreconocible, su sangre había servido para llenar la
bañera de la condesa. Sus secuaces estaban con ella.
Se encontraron cerca de 650 cadáveres tanto dentro del
castillo, como en los terrenos cercanos. Las primeras doncellas las habían dado
sepultura hasta que llegaron a ser tantas que empezaron a ser descuidados; arrojaron
los cadáveres por las tierras y los ríos. Los campesinos del pueblo no se
acercaban al castillo a causa de su olor a muerte y podredumbre.
En 1612 se inicio el juicio de Bitcse contra la
condesa. Como prueba tenían un diario escrito por ella donde describía como
había torturado a cada una de las doncellas. También contaban con el testimonio
del mayordomo Juan Ujváry que fue testigo de como la condesa y sus secuaces
asesinaban a mujeres y a niñas.
La condesa se negó a testificar. Su seguidor y las
brujas, fueron torturados previamente y
luego condenados. Fickó, su seguidor, fue decapitado y su cadáver quemado. A
sus seguidoras: Piroska, Helena y Dorottya; les arrancaron los dedos con unas
tenazas por haberlos manchado en sangre inocente, luego las quemaron.
El gran problema fue el castigo que debía infringírsele
a la condesa, emparentada con grandes reyes podría causar un gran revuelo en la
aristocracia de la época e incluso luchas internas. El Rey Mathias II quería su
muerte y sus tierras, las que ya ambicionaba desde hacia tiempo, pero el Gran
Príncipe de Transilvania pudo convencerle de un castigo más adecuado.
Fue emparedada en una de las torres de su castillo,
sólo disponía de un pequeño hueco por donde le entregaban alimento y agua. Durante
cuatro largos años, la condesa no intento comunicarse con nadie. Vivía en la
inmundicia, con el aire viciado y contaminado por sus propios excrementos.
El 21 de agosto de 1614, uno de sus carceleros se dio
cuenta de que la bandeja de comida estaba intacta, se esforzó en ver el
interior de la habitación a través del minúsculo agujero; el cuerpo de la
condesa estaba muerto tirado sobre el suelo.
La historia de La Condesa ha sido motivo de mitos y leyendas, ya
que se desconoce la historia real. Hay otra versión en la que el rey Mathias
II, deseando el poder de la condesa y aprovechando que no tenía manera de
defenderse, conspiró para que fuera arrestada; a sus sirvientes los torturaron
hasta que confesaron lo que el Rey quería oír.