Fue uno de los primeros casos de niños asesinos conocido. Su brutalidad y su anhelo de sangre era atroz.
El joven Josse nació el 29 de Noviembre de 1859
en Charleston. Sus padres eran Thomas y Rutham Pomeroy. El padre era un hombre
alcohólico y agresivo que golpeaba a todos los miembros de la familia y cuando
su estado de embriaguez era elevado llevaba a sus hijos a una cabaña, los
desnudaba, los aporreaba a palazos y los humillaba. Al finalizar se echaba a
llorar y se quedaba dormido en el suelo.
Josse tenía un físico desproporcionado. Una cabeza
muy grande para su cuerpo, un ojo carente de iris y pupila, deformaciones en la
nariz e inflamación de parpados y pómulos. Los niños de la zona de burlaban de
su atroz aspecto.
La familia tuvo que negarse a tener mascotas en casa debido al
brutal trato que les daba el pequeño Josse. Torturaba a los gatos, les
arrancaba la cabeza a los canarios. Los observaba agonizar bajo su mano.
No tardó en buscar presas más grandes. El primero
en caer en sus garras fue William Paine de 4 años. Le ató las manos y lo colgó
del techo. En ese estado de total debilidad lo apaleó y cuando finalizó, lo
abandonó.
Dos hombres lo encontraron colgado e inconsciente.
Cuando el niño se recuperó no fue capaz de describir a la persona que lo había
torturado.
Dos meses más tarde engañó a otro muchacho. Tracy
Hayden de tan sólo 7 años. Con la escusa de ir a ver los soldados se lo llevó a
un lugar apartado. Lo amarró y lo torturó con mayor brutalidad que a William. Al
pequeño Tracy le faltaban los dientes delanteros, tenía los ojos hinchados, le había
roto la nariz y tenía el cuerpo magullado.
La policía sólo pudo sacar en claro que el
atacante era castaño.
El siguiente fue Robert Maier. Le prometió ir al
circo, pero lo llevó a un lugar apartado, lo ató y lo desnudó. Con una vara lo
golpeó una y otra vez. Al ver el sufrimiento en el rostro del muchacho se
excitó. Comenzó a masturbarse mientras lo vapuleaba. Al finalizar soltó al
muchacho amenazándolo con matarlo si lo contaba.
Corrió la voz de que había un joven castaño
golpeando a niños pequeños. Los padres advertían a sus hijos que no hablaran
con nadie, sobre todo con extraños.
Los avisos no fueron suficientes. Se encontró
otro joven; un niño de 7 años al que le proporciono una horrible paliza. La
policía ofreció 500 dólares a quien capturara al “Sádico Bribón”, como se le
conocía.
La madre del joven Josse se mudó de casa con toda
su familia, quizás sospechara de las acciones de su hijo. Los ataques
finalizaron en la zona, para seguir en Chelsea, donde los padres no sabían el
peligro que corría sus hijos.
A George Pratt lo desnudó, lo golpeo con el
cinturón una y otra vez, lo mordió en un cachete hasta arañarle la piel, clavó
una aguja en varias zonas de su cuerpo e intentó agujerearle el ojo.
Su violencia aumentaba. Cada vez necesitaba un
estimulo más fuerte para sentirse plenamente satisfecho.
Harry Austin, un niño de tan solo 6 años, fue
golpeado hasta la saciedad y después apuñalado en los brazos con una navaja. Cuando
Josse estaba a punto de cortarle el pene escuchó unas voces y huyó del lugar.
El siguiente no tuvo tanta suerte. Joseph
Kennedy, de tan sólo 5 años fue aporreado mientras le obligaban a decir
oraciones religiosas y obscenidades. Cuando se cansó cogió la navaja y le cortó
el rostro; después lo llevó a las orillas del mar para arrojarle agua salada en
las heridas.
Quien tuvo más suerte fue el pequeño Robert Gold,
cuando Josse estaba a punto de realizarle sus acostumbradas atrocidades, unos
hombres que trabajaban en el ferrocarril lo vieron, este escapo. Los hombres
pudieron dar más detalles a la policía sobre el físico del “Sádico Bribón”.
La policía buscó al muchacho por las escuelas,
sin éxito. El joven Josse se cercó a estación de la policía para curiosear, lo que no sabía es que pequeño
Hennedy que estaba dentro lo identificó.
Comenzaron a interrogarlo, pero el joven se
mantuvo tranquilo. Mientras dormía en su celda, lo despertaron a las 12 de la
noche y lo amenazaron con encerrarlo durante 100 años. El joven asustado perdió
la compostura y confirmó todo lo que había hecho. Lo sentenciaron a estar
encerrado en un reformatorio hasta los 18 años.
Vivió la mayor parte del tiempo en soledad, los
mayores se metían con el y los más jóvenes intentaban molestarlo. Su
comportamiento era intachable, eludió los castigos y estaba al tanto de todo lo
que sucedía en prisión.
Mientras el joven estuvo preso, su madre se
dedicó ha mandar cartas a las autoridades y hacer campañas de liberación,
indicando que su hijo era inocente.
Un año y 3 meses después, el joven Josse volvía a
la libertad bajo la tutela de la madre, quien intentaría mantenerlo bajo
vigilancia.
Josse trabajaría en la tienda que regentaba su
madre o ayudando en el puesto de periódicos de su hermano.
El 18 de Marzo de 1874, el instinto del “sádico
bribón” volvió a florecer.
Estaba en la tienda de su madre hablando con el
empleado, cuando entró la pequeña Katie Curran preguntando por un cuaderno de
notas. Josse se las ingenió para echar al empleado de la tienda y quedarse a
solas con la pequeña. Con la escusa de que lo ayudara a buscar el cuaderno la
llevó al sótano.
La joven desapareció Katie desapareció. La madre
intentó seguir sus pasos, descubriendo que la última persona que la vio fue Josse,
pero la policía evitaba culpar al joven. La aparición de un testigo que índico
haber visto como introducían a la niña en un vagón de tren, hizo creer a la
policía la posibilidad de un secuestro.
Horace Millen se encontró con Josse y fue una
presa fácil; le regaló un dulce y juntos se fueron a una zona arenosa. Lo atacó
salvajemente con su cuchillo y aunque perdía mucha sangre el niño luchó por
seguir con vida.
El forense detecto 18 heridas en el tórax, muchas
eran defensivas. Las uñas estaban incrustadas en las palmas de las manos, señal
del sufrimiento que el pequeño había padecido. Le habían apuñalado el ojo y
tenía heridas en el escroto, realizadas al intentar castrarlo.
La policía no podía pasar por alto estos detalles
y fueron a por Josse. Este estaba tranquilo, declaró una y otra vez su inocencia.
En la zona donde se encontró el cadáver había una pisada, se comparó con las de
Josse, ambas coincidieron.
Los detectives llevaron a Josse a la morgue para que viera el cadáver. No
pudo con la presión y acabo por admitir su culpa. Suplicó que no se lo contaran
a su madre y que lo encerraran en un lugar donde no pudiera hacer daño a nadie.
En el sótano de la tienda se encontró el cadáver
de la pequeña Katie en un avanzado estado de descomposición, había sido
degollada.
La tienda de la señora Ruthann fue lapidada,
mientras insistía en la inocencia de su hijo.
El juicio fue tedioso, ya que se puso en duda el
estado mental del joven. Finalmente se sentenció a la orca, pero eran tiempos
electorales y ejecutar a un niño de 14 años no era buena publicidad, por lo
tanto se pospuso.
El gobernador Alexander Rice, quería un castigo
ejemplar, por lo que lo condenó a cadena perpetua.
La única persona que lo visitó durante años fue
su madre. Vivió aislado en un cuarto de acero durante 40
años. Leia muchos libros, aprendió varios idiomas e incluso tenía un plan de
fuga, pero nunca lo puso en marcha.
En 1931, Josse murió por severos problemas
respiratorios y casi ciego.