Terrores nocturnos

lunes, 5 de noviembre de 2012

El doctor muerte: Harold Shipman


      Uno de los asesinos más prolíferos de Inglaterra. Se calcula que asesinó a más de 250 personas durante el tiempo que ejerció como médico.

Su madre, Vera, era una mujer muy protectora. Tenía 3 hijos pero su favorito era Harold. Lo diferenciaba de sus hermanos con ropa elegante y corbata. La sobreprotección de la madre, llegaba a escoger a las amistades de Harold. Se convirtió en un niño solitario; para él, el resto del mundo era insignificante; su madre se había encargado de que su ego creciera sin fin.
A los 17 años, su madre sufrió cáncer de pulmón. Mientras estuvo enferma Harold se ocupó de que nunca estuviera sola. En cuanto terminaban las clases, corría a casa para estar con ella. Día tras día, veía como su madre se retorcía de dolor y sólo las inyecciones de morfina que le suministraba el médico aliviaban su dolor. El 21 de junio de 1963, Vera que estaba escuálida y sin fuerzas, es derrotada por su enfermedad.
Tras la muerte de su madre, Harold ingresa en la Escuela de medicina de la Universidad de Leeds. Conoce a Pimrose Oxtoby, una chica de 16 años. A los pocos meses se quedó embaraza del que sería su primogénito.
1970 consiguió su título en Medicina y cirugía, con muy buenas notas.
Su primer trabajo fue en Yorkshire en el Pontefract General Infirmary. Era muy amable con sus pacientes, pero fuera de la consulta era una persona agresiva y huraña. Los pacientes estaban encantados con el doctor, lo que no sabían era que los estaba matando lentamente.
Trabajaba en el área de Ginecología, donde conseguir morfina era muy sencillo, ya que se usaba para aliviar los partos. No pudo resistirse y empezó a consumir esta sustancia frecuentemente, así comenzó su adicción.
En 1974 Harold ya tenía dos hijos, y muchas quejas por su comportamiento conflictivo y grosero. Disfrutaba humillando a sus compañeros, solía insultarlos refiriéndose a ellos como “estúpidos”.
Su trabajo fue puesto en duda cuando la recepcionista, Marjorie Walker, descubrió que a algunos pacientes se les había recetado Petidina, (similar a la morfina), un medicamento que no necesitaban. El hospital comenzó a hacer una investigación, donde no sólo se encontraron irregularidades en las recetas, también se descubrió su adicción al medicamento.
Fue expulsado del hospital y enviado a una clínica a desintoxicarse. Una vez  rehabilitado empezó a trabajar en el Hopital Donneybrook Hause en Hyde.
En esa misma ciudad Harold abrió un consultorio donde atendía a sus clientes. Ahora tenía libertad de hacer recetas sin que nadie lo vigilara o detuviera.
Durante los cinco años que estuvo ejerciendo, el número de fallecimientos entre la gente de edad avanzada era mucho más alta de lo normal. El propio Harold firmaba las actas de defunción de sus pacientes, indicando que eran por causas naturales. Las actas se enviaban a sus colegas médicos; fiándose del buen juicio de Harold no se fijaron en el índice de mortandad de sus pacientes.
Una vez firmados los certificados, Harold, insistía a los familiares de las víctimas que  incineraran los cadáveres lo antes posible.
 
Durante todo este tiempo nadie se había fijado en este hecho, a excepción de la Dra. Reynolds, la cual estaba muy extrañada por lo que ocurría, llegando a cuestionar si era negligencia o no. Con esta idea, en marzo de 1998, habló con el Jefe de Medicina, Jhon Pollard.
La policía investigó a Harold, pero no encontraron pruebas incriminatorias. Mientras tanto el Dr. no perdió el tiempo, tres ancianos más murieron. Hubieran pasado desapercibido si no fuera por su codicia.
Una de sus últimas victimas fue la adinerada Kathleen Grundy. Harold redactó un falso testamento, donde él era el único beneficiado. Desheredó a la única hija de la fallecida; una abogada que sabía que su madre no poseía ninguna maquina de escribir; el testamento estaba escrito a maquina en lugar de a mano.
Angela Woodruff, la hija, denunció al Doctor y el cadáver fue exhumado. Tras analizarlo, se encontraron restos altos de morfina.
El día 7 de septiembre  de 1998, Harold fue arrestado. Cuando se registró su casa, se encontró la máquina de escribir que se usó para redactar el testamento.
Fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de 15 pacientes. Se estima que fueron 215 las víctimas, incluso se habla de 300.
 
Con 58 años, el 13 de enero de 2004, Harold se ahorca en su celda usando sus sábanas.
Sus palabras más significativas fueron: “Yo puedo curar o puedo matar. Soy un médico y en mis manos está el poder de la vida y la muerte. No soy un instrumento de Dios; cuando estoy con un paciente, yo soy Dios. Soy un ser superior”.
Algunos expertos aseguran que era una persona arrogante, con deseos de controlar quien vive y quien muere. Otros dicen que la muerte de su madre le dejó una enorme huella, he intentaba suplantar al médico que aliviaba el dolor de la difunta; eso explicaba porque el 80% de sus víctimas eran ancianas con la misma edad que tenía su madre cuando falleció.
En memoria de las víctimas se construyó un jardín en Hyde Park en julio de 2005, “El jardín de la Tranquilidad".